Teruel - Sierra de Albarracín

Pintura representado a los enamorados deTeruel



Ahora que ya tenemos casa con ruedas, nos tocaba estrenarla y aprovechando que teníamos unos días de fiesta pues estuvimos pensado en visitar la zona volcánica de la Garrotxa y acabar en el Cap de Creus pero como pintaba lluvia por la zona decidimos mirar las previsiones y decidimos que ya que Teruel existe la tendríamos que visitar para ver que tal.

Cargamos la furgo a tope y a la carretera. Ahora que tenemos gps nos dedicamos a volver loca a la señorita que dentro se aloja y la hicimos recalcular la ruta más veces de las imaginables, pero llegamos por donde nosotros quisimos y no por donde ella nos quería llevar. De noche llegamos a Teruel, así que de cabeza al parking del Dinopolis y a cenar.

Al día siguiente visita a la capital y disfrutando de lo bonita que es la ciudad, eso sí, hacia una fresca considerable. Estuvimos por todo el casco antiguo viendo las torres mudéjares y la iglesias así como el museo de los enamorados. Nos sorprendió, y mucho, la visita pues es una ciudad llena de rincones y de tranquilidad, pero después de comer nos trasladamos a la Sierra de Albarracín y en concreto al pueblo que le da nombre. Como la tarde es breve hicimos una corta visita sin luz natural que ya nos dejo ver un pueblo que da gusto ver como han sabido mantener la arquitectura tradicional sin dejar de lado el aprovechar el potencial turístico.

Sarcofago de los enamorados, no se llegan a tocar las manos

  

Torre mudejar

Albarracím en el crepusculo

Nuevo día y con nubes y sombras nos decidimos a visitar el paraje protegido de los Pinares de Rodeno y sus pinturas rupestres. Estuvimos casi cinco horas de excursión disfrutando de unas vistas preciosas con tonalidades ocres de los árboles caducifolios, verdes de los pinos rodenos y rojizos de las rocas. También hicimos la ruta de las pinturas rupestres y fue muy divertido intentar reconocer los dibujos en las rocas así como imaginar el día a día de los homínidos en aquella época…. Creo que lo único que compartimos con ellos fue la tranquilidad y el vivir a un ritmo más pausado que el que nos toca vivir en esta sociedad. Después de comer visitamos el pueblo de Albarracín y la muralla, todo el conjunto es espectacular.

Pinturas rupestres, en este caso un arquero

Paraje protegido de los Pinares de Rodeno

La chica de los gatos

Albarracín desde su muralla

Albarracín iluminado

Arquitectura caracteristica de esta zona

Para el nuevo día nos tocaba visitar el nacimiento del rio Guadalaviar con una excursión que empezó con unas nubes que presagiaban lluvia y un final de ruta estrenando el chubasquero de Anna. Pinares y más pinares fue lo que vimos a cada paso. Por la tarde cambio de zona y nos fuimos a las cascadas de Calomarde donde dormimos en un lugar idílico.

Nacimiento del rio Guadalaviar

Al día siguiente a las cascadas del molino viejo y al nacimiento del rio Tajo. Y como el tema del día estaba relacionado con el agua pues como no se puso a llover y parte del viaje de vuelta fue con lluvia.

Cascada del Molino viejo

Nacimiento del rio Tajo

Ha sido una experiencia bestial el descubrir el nomadismo furgonetil en unos parajes tan adecuados. Podíamos hacer horas de caminata y no ver a nadie, podíamos hacer 50 kms por carretera y no cruzarnos con nadie, podíamos visitar pueblos con algún lugareño para dar fe de que no era un pueblo fantasma, podíamos vivir a nuestro ritmo y no el del reloj. Resumiría todo lo vivido como una nueva manera de vivir, en paz, sin prisas y felizmente.

Nuestra casa con ruedas en un lugar precioso

Disfrutando del momento comodamente